Sobre Neo, Will Smith y el papel de aluminio

La dominación digital parece el argumento perfecto de una película de ciencia ficción. Seguramente es una película que ya has visto o ya te han contado, sin embargo, seguimos cayendo en sus redes cada día. Hagamos un repaso cinematográfico a prueba de teorías conspiranoicas.
Empecemos acordando que los servicios gratuitos de internet que usamos diariamente no son gratuitos. Parece claro ya que estas plataformas digitales, con Google a la cabeza, analizan cada paso que damos en internet para limpiarlo, ordenarlo y venderlo, en busca de una rentabilidad publicitaria que ha demostrado ser tremendamente lucrativa. Shoshana Zuboff lo detalla muy bien en su libro “La era del capitalismo de la vigilancia”.Este modelo de negocio digital está más que establecido, y nosotros más que acostumbrados a formar parte de él. De hecho, nos guste reconocerlo o no, dependemos de él. Nos provoca cierto placer utilizar los servicios de Google porque son gratis, eficientes, fáciles de usar… pero quizá el tributo que damos a cambio va más allá de nuestro presente, quizá llevamos ya un tiempo hipotecando nuestro futuro. 

Tristan Harris cuenta en este podcast ejemplos muy interesantes del futuro (presente) de la tecnología, de lo bien que la tecnología nos conoce y de lo “más y mejor” que puede llegar a conocernos. Declara que las máquinas, la inteligencia artificial, son capaces ya de predecir nuestro comportamiento y, al hacerlo, han conseguido también adelantarse a nuestros actos. Y después de poder adelantarse a nuestros actos, ¿qué se puede hacer?, querer modificarlos. Modificar nuestros actos para llamar más nuestra atención, para que consumamos más publicidad que nos guste, para comprar más.Y aquí es donde entra en escena nuestro primer personaje, todos somos Neo, aquel que puede llegar a desconectarnos de Matrix. Todos nos creemos más listos que los algoritmos, pensamos que nuestros actos nos pertenecen, nosotros decidimos, ¿no? Hay una escena fundamental en la película de Matrix, en la que Neo conoce por fin al oráculo. Ambos personajes charlan tranquilamente en la cocina y de repente el oráculo formula las palabras mágicas: 
- Oráculo: “Y no te preocupes por el jarrón”
- Neo: “¿Qué jarrón?”

[Neo se gira y golpea sin querer un jarrón, que cae al suelo y se rompe]

- Oráculo: “Ese jarrón”
- Neo: “¿Cómo lo sabía?”
- Oráculo: “Lo que de verdad hará que luego te devanes los sesos será: ¿lo habrías roto si yo no te hubiese dicho nada?”

Dejamos aquí la escena y volvemos a la realidad. En nuestro mundo, Google es nuestro Oráculo, capaz de dirigir nuestra atención, nuestra mirada, hacia jarrones que inevitablemente romperemos (o compraremos). 

A principios de este milenio ya nos contaron historias distópicas sobre lo que podría pasar, ya nos advirtieron que, llegado el momento, Will Smith nos salvaría de la insurrección violenta de las máquinas. El personaje de Will Smith en la película “I, robot” desconfía desde el principio de esas máquinas capaces de todo, más inteligentes que nadie. Él no cree en su buena fe, por mucho que la sociedad y las empresas se empeñen en maquillarlas como nuestros amigos, nuestros ayudantes, nuestros esclavos. Will Smith se convierte en héroe por empeñarse en ir contra corriente. Pero fuera de la pantalla, la realidad es muy diferente.

Conviene entender que, por mucho que uno quiera ser el héroe que salve a la sociedad de las máquinas, la sociedad no te ve como a Will Smith, si no más bien como a un pringado con papel de aluminio en la cabeza, en referencia a una trama fantástica contada en la serie Futurama, donde una especie de secta formada por unos pocos frikis deciden luchar contra las fuerzas de la oscuridad, capaces de manipular los pensamientos de la sociedad. Metáfora acertadísima de la actualidad.

Este texto sólo pretende ser una llamada de atención a todos los héroes y heroínas de ahí fuera: no sois Will Smith, no lo somos, sólo somos una panda de raritos con papel de aluminio en la cabeza, pero por algo se empieza.

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Créditos
Foto inicial de Tijana Drndarski.