Reflexiona sobre los siguientes detalles:
Si es así, estás dejando que tu móvil decida por encima de tu voluntad, porque cada una de esas nuevas notificaciones te distrae de aquello que estabas haciendo justo antes de que llegaran, te aparta rápidamente del camino que habías elegido en ese momento. Si esto pasara una vez al día, quizá no sería tan preocupante, ¿pero cuántas notificaciones recibes en un día? ¿cuántas veces coges el móvil porque ha llegado una notificación? No parece que tú hayas decidido cogerlo, parece que hemos llegado a un punto en el que el móvil dicta nuestras acciones diarias y, a la larga, nuestros hábitos y nuestras rutinas. Nuestras decisiones genuinas y objetivos personales han quedado relegados a esos momentos en los que conseguimos desengancharnos de nuestro móvil.
Hemos sucumbido sin darnos cuenta, estamos dejando que nuestro móvil nos interrumpa siempre que quiera: mientras estamos concentrados trabajando, mientras comemos con alguien y tenemos una conversación personal, mientras leemos o hacemos ejercicio. El móvil siempre está presente, dispuesto a conquistar el protagonismo de cada momento.
Cuesta reconocerlo, pero si empatizas con todo esto, lo más probable es que tu móvil sea ahora mismo dueño de tus pensamientos y de tus acciones a lo largo del día. No lo digo yo, lo dicen voces mucho más interesantes, como la de Tristan Harris o Nir Eyal.
Podemos asumir que son útiles esas constantes interrupciones. Tener cerca nuestro móvil, cogerlo cada vez que suena una notificación, interrumpir pensamientos y acciones para comprobar ese mensaje nuevo, ¿pero realmente es urgente? ¿realmente es necesario? ¿no seríamos mejores y más libres sin esta esclavitud omnipresente? ¿no prefieres decidir tú qué será lo siguiente que hagas?
Te propongo alternativas para tomar el control y evitar que tu móvil decida por ti:
Si sigues estos pasos, tu móvil no emitirá ningún sonido ni se encenderá cuando él quiera, dejará de ser un arma infalible contra tu capacidad de concentración y se convertirá en una herramienta disponible cuando la necesites. Empezarás a cogerlo y utilizarlo cuando tú decidas. Cuando lo uses, no te distraerán otras notificaciones que desvíen tu atención, sino que sólo harás lo que tenías pensado. Y si después quieres comprobar nuevas notificaciones, siempre puedes deslizar tu dedo para mostrar el centro de notificaciones, donde te estarán esperando todas esas “noticias urgentes” que antes interrumpían el flujo de tus pensamientos y acciones sonando e iluminando tu pantalla. Sentirás que tienes el control de esa herramienta.
Y si te gusta la idea, siempre puedes avanzar por este camino, todavía puedes desactivar todas las notificaciones, también del centro de notificaciones, y decidir que sólo recibirás avisos de llamadas entrantes, por ejemplo, o de lo que tú quieras, porque hoy en día la personalización de notificaciones ha mejorado mucho, sólo necesitas dedicar un tiempo a conocer las opciones que te permite tu móvil, que seguramente sean más de las que conozcas, y adaptarlo a lo que realmente quieras.
Para conseguir ese cambio, vale la pena que reflexiones sobre tus prioridades en el día a día y a largo plazo, en todo lo que te gustaría conseguir, ¿tu móvil te está ayudando a conseguirlo o te lo está poniendo más difícil? No te engañes... ¿decides tú o decide tu móvil por ti?
Durante mucho tiempo, hemos dejado que nuestro móvil vaya aumentando su influencia en nuestro día a día y en nuestro flujo de pensamiento. Ha llegado la hora de limitarlo, de devolver el poder a la persona y priorizar sus necesidades y sus anhelos. Dejemos de ser esclavos de nuestras pantallas, recuperemos nuestro pensamiento en su forma más libre y creativa.
Y si tienes hijas o hijos, piensa muy bien si necesitan tener un móvil inteligente y si les estás regalando una herramienta o una adicción para el resto de su vida. Antes de dárselo asegúrate de que tú lo estás usando como realmente te gustaría usarlo, y enséñales a hacer lo mismo. Los hábitos que aprendan durante los primeros días de uso determinarán la relación que tengan con su móvil a largo plazo. Así ha pasado en nuestras generaciones y quizá podamos evitarlo de cara a las siguientes. No los convirtamos en esclavos de la tecnología, no les ayudemos a convertirse en carcasas vacías.
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